martes, 14 de junio de 2011

Adiós a Jorge Semprún: un referente moral e intelectual

"Tengo más recuerdos que si tuviera mil años" solía decir citando a Baudelaire, este superviviente del campo de exterminio de Buchenwald y luchador antifranquista que se convirtió en ministro del Gobierno de Felipe González.

Con Semprún muere la memoria de un gran testimonio del siglo XX. Muere con él uno de los grandes intelectuales europeos, uno de nuestros cada vez más escasos referentes morales, intelectuales y cívicos. Testigo, protagonista y víctima de las grandes barbaries que Europa ha vivido en nuestra historia más reciente, Semprún ha sido siempre un intelectual comprometido que encarnó en él mismo una compleja mezcla de experiencias personales cuya comprensión es imprescindible para entender los grandes dramas europeos de los últimos decenios.

Una biografía tan intensa como apasionante
La intensa y apasionante biografía de Jorge Semprún, rastreable en tantas de sus novelas –desde “El largo viaje”, de 1963, hasta “Veinte años y un día”, publicada en 2003, pasando, entre otras, por “El desvanecimiento”, “La segunda muerte de Ramón Mercader”, “Autobiografía de Federico Sánchez”, “Aquel domingo”, “La algarabía”, “La montaña blanca”, “Netchaiev ha vuelto”, “Federico Sánchez se despide de ustedes”, “Adiós, luz de veranos” o “Viviré con su nombre, moriré con el suyo”- e incluso en algunos de los muchos guiones cinematográficos que el mismo Semprún escribió para directores como Alain Resnais, Costa-Gavras, Joseph Losey, Yves Boisset y otros, es la de un español nacido en el seno de una familia de la alta burguesía madrileña que se mantuvo fiel a la legalidad republicana y que padeció la dura tragedia del exilio tras la guerra civil.

Resistente antinazi
Estudiante en la Universidad de la Sorbona y convertido ya en militante en el exilio del PCE, Semprún combatió en la Resistencia francesa contra los nazis, lo que le llevó a ser detenido y torturado por la Gestapo, que le encerró en el campo de exterminio de Buchenwald, donde pasó un par de años que marcaron para siempre su vida: el propio Semprún se definía siempre como “exdeportado de Buchenwald”.

De expulsado del PCE a ministro del PSOE
Convertido en el principal dirigente comunista en la clandestinidad del interior de España cuando formaba ya parte del Comité Ejecutivo del PCE desde 1956, Jorge Semprún formó parte de la máxima cúpula dirigente hasta su expulsión del partido en 1964, junto a Fernando Claudín y otros dirigentes críticos, que se avanzaron a los tiempos al proponer las políticas de reconciliación nacional y de asunción de las tesis eurocomunistas.

“La escritura o la vida”
Entonces comenzó realmente la nueva y definitiva vida de Jorge Semprún como escritor e intelectual. Una nueva y definitiva vida que encuentra su mejor y más cabal plasmación en un libro hoy ya mítico, “La escritura o la vida”. En este último y prolongado periodo de su extensa vida, que se extiende por espacio de casi medio siglo, elabora Semprún casi toda su muy abundante obra como escritor, guionista cinematográfico y pensador, además de ejercer el cargo de ministro de Cultura entre 1988 y 1991, en el Gobierno del PSOE presidido por Felipe González.

“Más recuerdos que si tuviera mil años”
Jorge Semprún recordaba a menudo una cita de Baudelaire: “Tengo más recuerdos que si tuviera mil años”. El conjunto de su obra es una memoria viva del siglo XX elaborada por la quintaesencia de un europeo. Una memoria lúcida, minuciosa e insobornable, presidida siempre por el amor a la vida. Y una memoria asumida siempre desde la conciencia crítica de quien se reconocía como combatiente por la buena causa pero desde ideas monstruosamente equivocadas, que engendraron nuevas barbaries que Semprún denunció con gran valentía y coraje moral.

Un moralista ejemplar
Porque, por encima de todo, Jorge Semprún fue un moralista, como lo fue aquel gran escritor que fue Albert Camus, por el que siempre tuvo una gran estima. Figura llena de matices, de una complejidad fascinante y algo misteriosa, este protagonista y testigo de los grandes dramas europeos del siglo pasado que fue Jorge Semprún se convirtió para muchos en uno de los principales referentes morales y cívicos del auténtico intelectual comprometido.

Mis recuerdos de Semprún
Personalmente tuve el placer de conocer a Jorge Semprún hace ya muchos años. Fue en 1966, en el Olympia de París, al que acudió con su gran amigo Yves Montand para asistir al primer recital de Raimon en aquel escenario. Desde entonces mantuve con él una relación de amistad, con repetidos encuentros, ya fuera en su domicilio en la rue de l’Université de París, en Madrid o en algunas de sus frecuentes visitas a Barcelona. Durante estos últimos cuarenta y cinco años he podido comprobar cómo Jorge Semprún era, por encima de cualquier otra consideración, un gran moralista. Hombre de una integridad moral absoluta, sus dos últimos libros –“El hombre europeo”, escrito con Dominique de Villepin, y “Pensar en Europa”- nos quedan ahora como su testamento. Pero su mejor testamento fue su parlamento en el antiguo campo de exterminio nazi de Buchenwald, en el que Jorge Semprún sobrevivió como “deportado 44904”.

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